Llevaba algo más de un año sin entrenar, y el mono de patadas (ningún animal circense) era demasiado fuerte. Sentía una especie de vacío, que con las pesas no se llenaba.
Asi que ayer, con el regusto amargo que se me quedó después de la última vez que pise el gimnasio (cuando me fisuré la costilla), me vestí de nuevo con el dobok.
Allí me encontré con Irving (el ciclista bajo la lluvia), quien sabiendo que volvía, me esperó para entrar a clase juntos.
La clase no fué demasiado dura (para lo que eran esas clases, ya que sólamente hicimos "golpeadores"), había mucha gente (mucha para la clase de las 20:30, en la que hace un año éramos apenas 6) y se ve que ayer, muchos lo retomamos después de bastante tiempo de inactividad. Salí cansado, que no agotado, por lo que el gimnasio y patinar han demuestrado su relativa efectividad. En los estiramientos es donde si que he visto un gran retroceso, asi que ahora toca recuperar lo desandado. Pero me quedó una sensación de satisfacción realmente grande.
Hoy me siento renovado, como si me hubieran echado aceite (no del de tios sudorosos y musculados) en las articulaciones, como si el óxido se me hubiera quitado...
Estoy deseando que llegue el miércoles.
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