8 de marzo de 2011

Sensaciones

Qué extraño me siento.
En mis profundidades más oscuras, mal, fatal, deshecho, muerto.
En esa profundidad, sin luz, sin perspectiva, sólo hay sensaciones, las más fuertes, los sentimientos más arraigados. Sentimientos desgarradores que luchan por salir, por escalar hacia la luz, hacia la superficie para volver a su oscuridad, arrastrando consigo todo lo que logren alcanzar.
A medio camino, entre las luces grises y la honda oscuridad, están los pensamientos; unos generados por sangre hervida por malos momentos; otros fríos, duros e insensibles, egoístas; rencores, pensamientos revanchistas; y buenos momentos, pensamientos ligados a buenos recuerdos, que confunden, que te transportan a otra época, a otro lugar donde las cosas eran o se veían diferentes, mejores, a otro nivel... Melancolía.
Y en superficie, lo banal, lo carente de importancia: Emborracharse, pensar en nada, pensar en todo, gastar dinero, vivir sin rumbo, sin horarios, intentando cubrir el agujero de profundos pensamientos con el relleno de acciones sencillas, intentando que la tierra de banalidad sea capaz de cegar esa oscuridad.

Pero al final nada funciona.

La erosión producida por el paso del tiempo, esa es la única vía. Tiempo.
Tiempo que sane, que selle, que cierre heridas...
Tiempo...